lunes, 28 de febrero de 2011

La Llamita

La Llamita del carácter o Llamita de la existencia son dos variantes del nom de plume que ha elegido nuestro personaje para hacer sus apariciones en escena. Su baja figura, algo aniñada, la coloca, al menos desde un punto de vista escenográfico, en desigualdad de condiciones ante el resto de las entidades. Sin embargo no habría que desestimar su importancia. Algunos seguidores suponen que el Teatrito es en realidad una proyección, cual teatro de sombras, surgida desde la percepción de esta pequeña y titilante actriz de reparto. Este movimiento, llamado pirocentrista busca quitarle protagonismo al Absurdo. Los partidarios de este último, los absurdutistas, en cambio, tienden a considerar a la Llamita como, dicho con sus propias palabras,“el último orejón del tarro”. Desestiman que las intervenciones de la fulgurante sean trascendentales en el todo de la obra. Lejos de los extremismos, quien esto escribe tiende a valorar los esfuerzos de esta actriz que en su afán interpretativo busca representar el aliento vital, el deseo de ser, la conciencia de sí; conceptos que este autor y seguramente el espectador del Teatrito encontrará merecedores de simpatía.

En Mojones del Destino nuestra actriz aparece a caballo de la rueda característica de la entidad, la cual, poseedora de dos poderosos brazos a lo “Popeye”, sostiene en sus palmas sendos teresos. La escena ha sido celebrada por su agudeza, como alegoría de la existencia, en relación a la peculiaridad de su sino. Complementaria a esta es una breve situación donde encontramos a la Llamita tomándose expresivamente la nariz en señal crítica ante lo que Al Pedín, primo-hermano de las potestades fecales, tiene para ofrecerle.

El remolino es un recurso poco usado en el Teatrito a pesar de que se lo podría considerar muy en sintonía con la obra. La Llamita es una de esas entidades que ha rescatado el elemento escénico para mostrarse rodeada de todo aquello que la atribula. Esto, por supuesto, no es casual. El remolino logra situar a la protagonista en el centro mismo de la atención de los espectadores con el presupuesto de sacrificio al que conduce ubicarse en tal paradigma (confusión, inestabilidad, movimiento perpetuo, etc.). Los pirocentristas suponen que la Llamita es víctima de esta centralidad padecida por su capacidad de conciencia. Los absurdistas en cambio sostienen que no existe ningún mérito en ser víctima de las circunstancias. En Remolino, justamente, podemos ver desde arriba y en dirección a las manecillas del reloj a: Dolor, Tiempo, Absurdo y Olvido en las diversas variantes del “brazo que sale de la nube”.

A la Llamita le gusta ingresar al ruedo de la obra en diálogo con las entidades superiores y sentir que lo suyo es un duelo donde –para bien o para mal– el beneficio lo consigue igual: al agregar el drama o la comicidad necesarios para subrayar su protagonismo. La centralidad de la actriz no siempre es lograda. Aquellas apariciones en las que se ubica en medio de la escena tienden a ser poco actuadas, esperando –pareciera– que sea el espectador quien realice el esfuerzo de interpretar su congelado mensaje. Un ejemplo claro de lo expresado lo encontramos en Patrón de fondo en donde la Llamita se presenta de frente, inmóvil cual escudo de medusa, junto a un fondo encadenado de huesos.

Por el contrario, la relación de la Llamita con la Flor es siempre dinámica. A este particular dúo podemos encontrarlo en situaciones de enternecedora poesía, a diferencia de la aspereza con que el resto de la troupe teatral negocia sus intercambios. La Llamita hace uso de la Flor para elevarse por sobre los demás, prueba de esto es la escena titulada El viaje: aquí la Llamita “cabalga” sobre el sofisticado escorzo de un brote de tallo largo y hojas extendidas como alas. Más frecuente, sin embargo, es la escena del reencuentro entre los dos compañeros .

La Flor en su rol secundario cumple estas y otras funciones; es a la vez ideal de belleza, compañera de viaje, consuelo y horizonte. Finalmente, la Llamita, en una pieza irónica denominada Salto a la fama, aparece saliendo del borde del Olvido para dar un paso adelante, hacia el vacío.


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